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Un contenedor en forma de corazón junto a la parada de taxis permitirá depositar tapones de plástico

· La Fundación Ecoruycan pide que solo se depositen tapones de plástico de botellas o envases, no otros plásticos, pues ello penaliza a la hora de la venta de cara a fines benéficos

Salobreña tiene en marcha desde hoy una nueva iniciativa solidaria, promovida por la Fundación Ecoruycan con la colaboración del Ayuntamiento. La esquina que conforman la avenida del Mediterráneo y la calle Mayor Zaragoza, junto a la parada de taxis, acoge desde hoy un gran contenedor de metal con forma de corazón en el que se podrán introducir tapones de plástico con fines benéficos. 

Ecoruycan lleva diez años recaudando tapones a favor de diferentes causas. La que viene impulsando en los últimos años es para ayudar al niño motrileño Daniel Giráldez, que nació en 2017 y debido a complicaciones en el parto sufre parálisis cerebral, lo que le dificulta llevar una vida normal. A partir de entonces, su familia ha tenido que adaptarse a las necesidades del pequeño, para lo cual necesita apoyo económico, algo que aspiran a conseguir con esta campaña solidaria.

Para esta campaña la entidad cuenta también con cinco de estos contenedores en Motril, y mañana se inaugura otro más. La Fundación espera conseguir el año próximo lo necesario para cubrir las necesidades de Daniel, para quien actualmente va destinado todo lo recaudado con esos tapones, y tras ello se iniciará otra campaña para atender otro caso de la Costa que también requiera de la solidaridad ciudadana.

El presidente de la Fundación Ecoruycan, Andrés Ruiz Cañas, destaca la colaboración de muchas empresas o colectivos, por ejemplo para la instalación de los contenedores o para la recogida, almacenamiento y transporte de los tapones.

A la vez que ha agradecido la colaboración al Ayuntamiento de Salobreña por apoyar esta causa, ha hecho un llamamiento a la colaboración de empresarios de la Villa que quieran aportar otro de estos corazones solidarios. Y a la ciudadanía le solicita que solo deposite tapones de plástico de botellas o envases, no otros plásticos, pues ello penaliza a la hora de la venta.

En cada uno de estos contenedores, que Ruiz Cañas prefiere llamar “esculturas”, entran unos 160 kilos de tapones aproximadamente, por lo que haría falta llenarlos más de seis veces para conseguir una tonelada. El precio que se paga por esos 1.000 kilos de tapones reciclados no llega a 200 euros, lo que hace que se avance muy despacio en la recaudación de los fondos para determinada causa.

Andrés Ruiz Cañas recuerda que antes se recogían los tapones en los comercios a través de pequeños botes, lo cual se prohibió debido a la pandemia, aunque ello dio lugar al diseño de estos corazones solidarios que permiten tener una mayor visibilidad.