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La sanitaria salobreñera Daniela González se recupera satisfactoriamente en Madrid

Esta trabajadora del hospital Ramón y Cajal, contagiada de Covid-19, lo ha pasado muy mal, sola y encerrada con fiebre durante veinte días en una habitación.

Foto que Daniela ha publicado en sus redes sociales.

Durante las últimas semanas buena parte de Salobreña estuvo en vilo por la salud de Daniela González, sanitaria del Hospital Ramón y Cajal de Madrid que contrajo coronavirus. Vecina del Casco Antiguo, lo pasó realmente mal y fue objeto de distintas dedicatorias desde el municipio, como la de la Policía Local, con un vídeo; una poesía por parte de Joaquín Suárez; o la versión local de ‘Resistiré’ interpretada por artistas de la Villa y otras partes de la Costa.

Afortunadamente, hoy Daniela se encuentra en franca mejoría, “bastante bien en relación a unas semanas atrás”, según ella misma manifiesta. Fue el día 26 de marzo cuando comenzó a notar los primeros síntomas de la enfermedad, al levantarse por la mañana con dolor de cabeza y de garganta, que inicialmente atribuyó al cansancio por haber tenido que realizar varios turnos de trabajo sucesivos.

De vuelta en el Hospital, un cirujano notó que podía no encontrarse bien, y más tarde comenzó a sentir fiebre y escalofríos, lo que motivó que tuviera que volverse a casa. La situación fue empeorando, hasta el punto de que pasó veinte días con fiebre, vómitos y diarreas.

Daniela tuvo claro casi desde el primer momento que lo que padecía era Covid-19, incluso tras un falso negativo en una prueba PCR que se le realizó en Urgencias. Pese a ello, todos sus síntomas indicaban la presencia de la enfermedad, y los siguió sufriendo hasta hace una semana aproximadamente.

Fueron unos días donde lo pasó bastante mal, y además sola, encerrada en una habitación y lejos de sus seres queridos. Dentro de esa situación tan difícil, las muestras de cariño recibidas desde su pueblo le han servido como gran aliciente para salir adelante, “la mejor medicina”, según ha manifestado a Radio Salobreña.

Asegura que echa mucho de menos Salobreña, adonde tiene muchas ganas de regresar, y promete comerse una langosta en el Peñón cuando pueda venir, deseando que pueda ser en julio.

Reconoce que desde el principio de la pandemia temía que podía contagiarse, ya que le tocaba estar en primera línea y los medios con que contaban los sanitarios no eran los mejores, si bien con el tiempo han mejorado, pero no lo suficiente en su opinión. Explica que tuvieron que utilizar durante una semana una mascarilla de usar y tirar, y como EPI empleaban batas de quirófano. Así debían afrontar la atención de una treintena de pacientes contagiados con Covid-19 en un solo turno. De hecho, el Ramón y Cajal llegó a utilizarse casi exclusivamente para atender a afectados por este virus.